ARCHIPIÉLAGO CATURLA
SU BIOGRAFÍA
¿Llegó a tener Caturla una «habitación propia», que era la condición que en 1929 proponía una contemporánea suya, Virginia Woolf, para que una mujer pudiera permitirse escribir un libro e, incluso, un primer libro tan audaz como era Arte de épocas inciertas? Esta cuestión puede sintetizar el secreto de su biografía, tan abundante en lagunas y zonas de sombras. Su probada voluntad de hacer de la escritura una forma de independencia intelectual y un medio de expresar la propia visión del mundo se contrapesan con una trama vital de reglas sociales, fronteras mentales y convulsiones históricas. Nos encontramos ante una figura compleja que no en vano mostró una abierta simpatía por las épocas inciertas y por las artes que dudan, expresión, quizá, de su confesado sentimiento de desarraigo y de su gusto por la vida nómada.
1888
María Luisa Levi Caturla nace en Barcelona, en el seno de una rica familia empresarial germano-española. Recibe una educación esmerada, propia de los ámbitos de la burguesía judía ilustrada, base de su cosmopolita cultura secular y de su dominio de varios idiomas.
1906
Siendo muy joven contrae matrimonio con Kuno Kocherthaler, hijo del socio empresarial de su padre. Tendrá cinco hijos. Ella y su marido forman parte de las élites más cultivadas y activas de la sociedad madrileña —y también centroeuropea—: Ateneo, Sociedad Española de Amigos del Arte, Junta de Damas, Sociedad Filarmónica, Sociedad Wagneriana, Círculo de Amigos de los Museos de Arte de Berlín.
1915
Es cofundadora y secretaria del Taller del Encaje, un innovador ensayo de formación y trabajo para mujeres, dirigido por una junta femenina presidida por Emilia Pardo Bazán, que aspiraba a «resucitar un viejo y olvidado arte español». En estos años, se estrecha su amistad con Ortega y Gasset, figura crucial en su vida y cuyas ideas influyeron decisivamente en su obra.
1916
Se relaciona con los artistas de vanguardia que llegan a Madrid, huyendo de la Primera Guerra Mundial: Marie Laurencin, Otto von Wätjen o los Delaunay. Inicia una etapa dominada por su atracción por la modernidad artística, por su emancipación personal y por su presencia en importantes iniciativas culturales en el Madrid de la Edad de Plata.
1921
Los Kocherthaler se construyen un espléndido palacete en el Paseo de la Castellana de Madrid que albergará su colección y que será frecuentado por estudiosos europeos para examinar principalmente sus obras góticas. En 1922, adquiere la Verónica de El Greco, una de sus posesiones más preciadas y tema al que dedicará un exquisito estudio. Por estos años, María Luisa ya imparte algunas clases sobre arte contemporáneo.
1924
Impulsa y forma parte de la Junta directiva de la Sociedad de Cursos y Conferencias, dependiente de la Residencia de Estudiantes, en la que tienen un papel protagonista un selecto grupo de mujeres aristócratas que gestionan los contactos e invitaciones. La Sociedad se erige en foro de debate y difusión de la vida intelectual de entreguerras. En este foro impartirán conferencias grandes figuras como Einstein, Le Corbusier, Frobenius, Marie Curie, Keyserling, Gropius, Mies van der Rohe, Worringer o Stravinsky.
1926
Forma parte de la Comisión Nacional que organiza el Centenario de Goya.
1927
Se divorcia (en Alemania) de Kuno Kocherthaler.
1929
De las tertulias en su casa nace la idea de organizar la célebre exposición en el Jardín Botánico que presenta en España a los artistas españoles residentes en París —Picasso, Dalí, Miró, Juan Gris, Olivares, Gargallo, Ángeles Ortiz— y que constituye un hito en la historia de las vanguardias en España. «Nuestra pequeña exposición levantó mucho revuelo y provocó no poca indignación».
1931
Imparte cuatro conferencias sobre «Arte autónomo» en la Residencia de Señoritas, en un ciclo en el que también participan grandes científicos, artistas e intelectuales: Rafael Alberti, Sánchez Albornoz o Victoria Ocampo.
Carmen Muñoz, condesa de Yebes, Antonio de Marichalar y María Luisa Caturla en una excursión a Zorita de los Canes, 1929
Fotografía
Fundación José Ortega y Gasset–Gregorio Marañón
1933
Solicita la nacionalidad española en un contexto europeo de antisemitismo y ascenso del nazismo. Pasa la Guerra Civil en Suiza, y a su término, en plena II Guerra Mundial, sus hijos hispanizan el apellido germano y ella adopta el apellido materno.
1940
Tras su regreso de Suiza, después de la Guerra Civil, Caturla se instala en la casa materna hasta el final de su vida. Mantiene contactos con grupos del falangismo intelectual y de la cultura de postguerra, participando en algunas reuniones y publicando en revistas como Escorial o Santo y Seña.
Nuestra época nos envuelve e impregna, y por más que tratemos de evadirnos de ella para contemplarla «desde fuera», no lo lograremos jamás
MARÍA LUISA CATURLA
1944
Publica Arte de épocas inciertas, un ensayo gestado en las décadas anteriores, fruto de su aprendizaje vital, que será acogido, en el clima de la posguerra, «en medio de silencios e indiferencia». Es Ortega y Gasset quien decide publicarlo completo en Revista de Occidente y quien le alienta, a continuación, a escribir sobre el Greco y Zurbarán. A partir de ahora, orienta sus meticulosos trabajos de investigación hacia los maestros del Siglo de Oro.
1950
Ingresa en la Hispanic Society of America, una distinción otorgada tras dos largos viajes a EE.UU., para estudiar obras de arte e impartir numerosas conferencias: en la National Gallery de Washington y en las universidades de Yale, Chicago, Harvard y Columbia.
1955
Es rechazada su candidatura para ingresar en la Academia de Bellas de Artes de San Fernando. «Se les había metido en la cabeza a los Académicos, que una mujer entre ellos les quitaría libertad, que estarían incómodos y cohibidos en el decir». (Carta a Sánchez Cantón, FSC, 110-43, Madrid, 29-XII-1955).
1979
Nombrada Académica de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Supone un reconocimiento tardío por sus investigaciones, si bien su vida se desenvolvió en los márgenes del engranaje institucional.
1984
Cuando fallece en Madrid, a los 96 años, seguía manteniendo su curiosidad y su energía intelectual.